sábado, 4 de junio de 2011

¿En las buenas y en las malas?


De acuerdo. La gente dice muchas cosas. La gente hace muchas cosas. Los estados eufóricos y efusivos son grandes catalizadores y lubricantes de todo eso que la razón te obligaría a considerar y a pensar más de dos veces antes de hacerlo o decirlo. Pero aún así, algunos de verdad creemos lo que pensamos y de verdad pensamos lo que decimos…
Una semana dice, en realidad no lo sé, no llevo la cuenta exacta, pero llevo días en mal estado. Así, literalmente. Aunque es un estado no categorizable, no al menos por completo. Pero sé que ayer se volvió evidente para el resto de la gente.
La semana pasada me di cuenta (“I realized”, me encanta esa expresión) de que estaba a punto de quedarme sin trabajo, que estaba atrasado con trabajos finales de la escuela, que la tesis que esperaba terminar este semestre necesitaré forzosamente de una prórroga; y también de que estaba recibiendo demasiadas… mmm… “malas vibras”.
Pero también la semana pasada recibí ofertas de nuevos empleos que de concretarse cualquiera empezarían justo al terminar el actual, los trabajos finales sólo requieren de unas cuantas horas de verdadera concentración y ya; y en cuanto a la tesis, pues pese a todo lo negativo, mi director consiguió no dejarme del todo desanimado y hacerme ver la posibilidad de que aun puede salvarse todo el asunto.
Entonces, si las soluciones ahí están, no debería haber problema, y si no hay problema no debería sentirme así. Pero la cosa está en que así es. Quizá es la incertidumbre o la misma presión: Todo tiene que suceder en unos días, todo tengo que hacerlo en unos días. En menos de una semana. Me cuesta trabajo concentrarme y el tiempo no es suficiente. Tengo muchas cosas que hacer y al mismo tiempo quiero hacer tantas otras cosas que no sé por dónde empezar. Me cuesta trabajo estar cerca de mi hermana o de mi mamá, me cuesta trabajo dormir, me despierto de mal humor y mientras estoy fuera de mi casa como que va pasando y va mejorando mi estado de ánimo.
Pero allí entra el otro factor. Al que de verdad no sé cómo enfrentar. En realidad son cosas y personas bien específicas pero por el bien común lo dejo en “malas vibras”. El asunto es que no tienen un solo frente, que no tienen una única forma, que no vienen en una única presentación, y esas si van haciendo hoyos por dentro. Como yo lo veo hay pocas opciones: sencillamente ignorarlas, combatir el fuego con fuego, o escuchar atenta y pacientemente mientras te mueres por dentro.  Si, lo mejor sería… en realidad no lo sé, ¿y mientras tanto?
¿Es tan malo no saber? Yo creí que era casi como reconocer que no se podía ser perfecto, pero parece que no para todos.
En fin, ¿no debería ser todo lo opuesto? Si las cosas están mal por un lado, lo más adecuado sería que el otro fuera como esa luz al final del túnel que todos necesitamos ver de vez en cuando, no una mano que nos siga tapando los ojos.
Este post no es ni quiero que sea un reclamo. No es ni quiero que sea una recriminación. Pero no puedo dejar de sentir-pensar que hubo algún tipo de mentira en la frase del título cuando se dijo.