miércoles, 31 de diciembre de 2008

Comiendo Rockaleta en vísperas del año nuevo.

Ni rojo, ni amarillo, ni negro.

Si ya sé, ¿quién escribe en este día? ¿quién tiene tan poco que hacer o ningún plan para la celebración del año nuevo?
Pues yo soy ese quién, jajajaja.
Esta semana mi papá pasó por el bisturí de un doctor, mi mamá le hace compañía desde entonces en el hospital. Así, mi hermana y yo nos quedamos en casa y nos mantenemos en paz, curiosamente. Digo curiosamente porque son por lo regular este tipo de ocasiones, en las que mis padres no están, que por alguna razón nos llevamos mucho mejor: sin insultos, ni peleas, ni golpes ni malas palabras. Todo tranquilo...
Entonces, esta noche de 31 de diciembre, mi breve familia estará en dos lugares diferentes. ¿Que por qué no nos quedamos en el cuarto de la clínica con mis padres? Pues porque es hospital, no refugio. Además no es bueno que la gente empieze a sentirse muy cómoda en un cuarto de hospital, no. Ni modo.

Ahora, eso hace más complicada la celebración de año nuevo que de por si casi siempre sale improvisada y en ocasiones, no muy buena. No tenemos cena, mi hermana no ingiere alcohol, así que tal vez brindemos con café o leche o no haya brindis, no hay uvas, y creo ni deseos ni propósitos (todavía) de esos que también salen de último momento.

Ah!.... y me tengo que bañar (¡¡¡¡¡¡¡¡ash!!!!!!!!), por aquello de que según como empiezas el año será igual los 364 días que le sigan.

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Este año me fue bien:

- Libere mi servicio social haciendo algo que disfruté y donde aprendí más.
- Heredé un celular de un amigo.
- Muchas relaciones se estrecharon.
- Terminé la carrera.
- Una exposición colectiva en tierras casi olvidadas por el mundo.
- Un increíble e inolvidable 12 de junio, un antes y un después.
- Conseguí empleo y gasté mi primer sueldo en varios libros que no tengo para cuando leer.
- Conocí Oaxaca y algunas de sus playas.
- El mar se hizo a respetar y un erizo marino me dejó un recuerdito.
- Me puse una huarapeta de aquellas en las que pierdes la memoria.
- Tengo boletos para Radiohead.
- Y además, no he dejado el arte, no del todo.

Para el próximo año tengo mil deseos, propósitos y asuntos pendientes, entre ellos, la bendita tesis, algunos viajes, compromisos de todo tipo, conseguir mi primer expo individual; y una fiesta en mi futuro cuarto, departamento, casa o cuchitril. Esperen su invitación.

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Y bueno, como según la tradición tengo 12 deseos, los usaré para las 12 personas más importantes de mi vida. A ver qué pasa.

lunes, 15 de diciembre de 2008

No controles, mis sentidos...

No, este no es un post en el que vaya a hablar de las Flans (ni se hagan, que todos las recuerdan).
No se trata de eso.
Ando en planes de dejar el nido. Así que este fin de semana fui con mis padres a una especie de expo-venta de inmobiliarias.
Nada más entrando, alrededor de diez personas te abordan y te atiborran de folletos y volantes. Lo hacían de una forma en que resultaban ineludibles. Luego, ya en los stands, muchos te ofrecen opciones de vivienda en las lejanías de la capital.
No sé si esto responde a que la ciudad ya está repleta de gente y en vías de albergar más, o a que de alguna forma su encomienda es sugerirle a la gente, mediante sus ofertas, ir desalojando el DF un poco.
Personalmente me parece que poquísima gente se anima a vivir en provincia, y esto se debe al mal desarrollo y la pésima planeación de las ciudades del país. Desde hace algunos años se hace referencia a sólo tres ciudades de "importancia" en el país. El resto de las poblaciones deben estar consideradas como "ranchitos olvidados por ahí a la buena de Dios". Los focos de "bienestar" y de "satisfacción" de las necesidades sociales (y de algunas básicas) se concentran siempre en estas ciudades, lo que obliga al grueso de la población a intentar acercarse lo más posible y a amontonarse. Es como un círculo vicioso: la necesidad obliga a buscar comodidad en la ciudad, esta búsqueda lleva a la sobrepoblación, y la sobrepoblación a la necesidad de una mayor oferta de vivienda y concentración de bienes; por otro lado, esas otras poblaciones que van migrando, abandonan los pequeños pueblos, dejando tierras sin trabajar que generan a la vez otro tipo de necesidades para todo el país, y así.
Al menos, una ciudad bien desarrollada y planeada en cada estado podría llegar a facilitar la situación. Eso, y no entender que la modernidad (ya pasada de moda para el resto del mundo) llega a rincones distantes sólo porque la escuela primaria de Sn. Marcelino de Las Tunas tiene 20 computadoras...
Otra cara del mismo fenómeno está en la construcción de unidades habitacionales cada vez más y más grandes. El terror de esto se aprecia hasta en sus maquetas: las casas pequeñas, como diminutos módulos reproducidas un millón de veces.


Habitar estas construcciones uniformes, pequeñas como huevitos, de techos bajos ¿no va afectando la mente de la gente: empequeñeciéndolos, retrayéndolos, contracturando sus aspiraciones? ¿Una herramienta más de control? ¿dónde está eso del derecho a una" vivienda digna"?



Creo que cada día soy más y más escéptico...