viernes, 25 de septiembre de 2009

No quiero hablar de religión pero no lo puedo evitar. Ojalá nadie se ofenda.

No recuerdo si ya he escrito sobre esto. Pero es algo que me ha estado rondando (nuevamente) por la cabeza, pero no será este un post largo.

Ya he dicho que yo no creo, sino que más bien dudo (dudo si existe, dudo si no existe, ¿o debería decir dudo si "es", dudo si no "es"?). También he llegado a pensar que el acercamiento a la iglesia de principalmente mujeres y ancianos se debe a cuestiones de corte social: en una sociedad como la nuestra (sea por culpa del machismo, la ignorancia y los malos gobiernos), el papel de muchas mujeres y de la gente mayor de 60 en cuanto a su participación dentro de la familia, del sector productivo-educativo, y los cargos públicos, es de alguna manera limitado por los "líderes-hombres jóvenes". Al quedar relegados y reducirse el papel de uno dentro de la sociedad, es más fácil aburrirse, sentirse insatisfechos, frustrados e infelices; sin distracciones es más fácil hacer conciencia de todos nuestros problemas (e incluso hacer nuestros los de los demás), pensar en el sentido de nuestras vidas o en la muerte...
Y tendemos a ver la religión como salida a todo eso (ofrece milagros, auxilio divino y vida eterna, ¿qué más puedes pedir?).

Pero la verdad es que todos en alguna ocasión nos sentimos aburridos, hartos, frustrados, infelices, preocupados, etc., pero es parte de todo. Pero... y si volteáramos a la religión, si rezaramos todos los días por las noches, si fuéramos todos los domingos a la iglesia, si nos aprendiéramos la Biblia de memoria, si de repente Dios se convirtiera en nuestro mejor amigo... si hiciéramos todo eso ¿entonces nos iría mejor?
Me atrevo a decir que muchos lo pensamos. Y es que por mucho que hayamos decidido no creer en la idea de Dios, en la iglesia y ese tipo de cosas, la mayoría de los mexicanos crecimos dentro de una familia católica o con influencias del catolicismo o del cristianismo (la cuenta de los años, cielo e infierno, Semana Santa, Navidad y Día de Reyes, etc); así que es mucho más fácil voltear y ver eso que alguna vez conocimos y hasta creímos.

La semana pasada fui a casa de mis abuelos maternos. Por alguna razón que no recuerdo, mi abuelo empezó a platicarnos que su salud había mejorado después que le "pidiera" a la Virgen y al Señor de Chalma. De acuerdo a como nos dijo que "pedía", parecía que más bien les exigía favores (del tipo ayúdame que yo te ayudaré) a algunos amigos. Y la verdad es que no le va mal, parece que ese particular método le ha funcionado hasta ahora.

Justo ahora me siento inquieto: mi tiempo es altamente demandado, tengo mucho trabajo acumulado y escasos fondos. No puedo voltearme nadamás y buscar eso que dejé atrás. Me sentiría muy hipócrita conmigo y con lo demás. Así que la opción es buscarle, ver que se puede hacer porque me urge un empleo, o un cliente, o algo así...

sábado, 19 de septiembre de 2009

Si un día tienes que robar, por favor hazlo a un rico.

Parece que los viernes serán los días que me toque. Bueno, no sé qué tan válido es decir que "está en la naturaleza de algunos", porque entonces está en todo el género humano.
Dos viernes, dos experiencias.
Empezando por el pasado, estaba sobre la Av. Central, esperando una combi. No uso reloj desde hace un rato, así que para ver la hora saqué de mi pantalón el celular: alrededor de las 7. Un tipo como de mi estatura pero de complexión más atlética, con camiseta de tirantes y gorra blanca, me ve sacar y guardar el celular; después me ve a mi, como si de alguna forma me estuviera "midiendo", se acerca e intenta talonearme. Sé que debí simplemente decir no, pero en lugar de eso me puse a inventar excusas, justificaciones y casi a platicar con él para negarme a darle "para la chela". Supuse que una vez sería suficiente y se alejaría, pero no. Fue como una especie de rito animal, como un duelo extraño: bajo la cabeza pero miraba fijamente, se acercaba al mismo tiempo que me rodeaba. Se desentendía por momentos y luego volvía a mirarme y a pedirme dinero. Seguí poniendo excusas. Entonces se subío a la banqueta frente a mi, y empeñado en sacarme algo insistío, pero de algún modo me desarmó: hablaba con frases tan cortas ("quiubo","y luego") que mis excusas ya no podían insertarse dentro de un diálogo. Entonces había silencio, y no es que importara mucho, pero me hizo sentir incómodo, más que porque trataban de robarme, porque no pude decir ya nada. Pasó mi combi y me fuí, "sin una despedida".

Ayer, otro viernes, venía en un micro por Lomas Verdes. Una parada y un tipo sube corriendo y se sienta junto a mi. Yo venía leyendo así que para mi, aunque el micro no se movía y había luces azules en la calle, todo era normal. Casi de inmediato, el mismo tipo se agacha, se escucha que deja caer algo pesado y se cambia de lugar. Segundos después se sube un policía buscando a alguien. Hasta entonces caí en cuenta: lo buscaban a él, y lo que estaba a mis pies era un arma. No pasaron más de tres segundos cuando finalmente alguien, desde abajo del micro, lo señaló. El policía lo jaló y se lo entregó a su compañero que lo recibió con una de esas clásicas llaves de luchador. Antes de que el primer policía desapareciera, lo llamé para decirle del arma mientras parecía que jugaba futbolito con ella debajo del asiento. De cualquier forma la tomó y se bajó.

Una parte de mi se quedó con la curiosidad de levantar el arma y quizá hasta de conservarla (supongo que era sólo más curiosidad). Pero mientras mi mente recordó cosas que leí hace poco:

Parafraseando a Platón, un Estado se forma mediante la asociación de individuos, y esta asociación se caracteriza por buscar el bien común. Para que este bien común sea posible, los miembros del Estado establecen reglas que mantengan el orden y la armonía entre los individuos; por lo tanto, todos los individuos que se adhieren a esas reglas y a ese bien común, pueden ser considerados ciudadanos de ese Estado que, al mismo tiempo y por las mismas razones, les concede derechos.
A lo que voy es: si las actividades de estos dos tipos ya no buscan el bien común, entonces no deberían también perder la calidad de ciudadanos y por ende todos sus derechos?
...




... creo que este post se me está yendo de las manos y puede que muchos de los pocos que lean esto empiecen a perder el hilo. Creo que empecé a escribir sin control. Quizá siga en el próximo cuando mis ideas estén más en orden, o no.

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Mmm... si, no creí que pasara pero estoy molesto.

sábado, 5 de septiembre de 2009

La No. 100

He descubierto-aprendido varias cosas en el tiempo que va del año escolar. Para empezar, que no se puede todo. Esperaba poder trabajar medio tiempo, asistir y cumplir con todo lo de la segunda carrera, trabajar en la tesis y además poder seguir produciendo, pero no es tan fácil, aún después de ponerte horarios hasta para respirar.
Por otro lado, he reafirmado que no soy para nada el mejor administrador de capital. Tiendo a dar por sentado ingresos futuros y entonces me adelanto a gastar lo que aún no tengo, consiguiéndome un sistema de deudas perpetuas.
Lo que me lleva a lo que sigue: no debería de confiar en proyectos que no parecen concretarse en poco tiempo, porque derepente sucede que la gente empieza con inseguridades y se echa para atrás. O quizá sólo debería de cobrar por adelantado, para que eso no pase...


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Hoy soñé que me drogaba con polvitos de Amapola, lo raro es que aunque nunca lo he probado, pude imaginarme los efectos, y pues como prácticamente mi cerebro se los inventó, estos incluían un brillo raro en los colores de la naturaleza de noche (?).