martes, 19 de mayo de 2009

Un lunes...

Pues yo no sé si se deba a que todos andamos saliendo del caparazón después de la influenza, del hastío y el aburrimiento que las "medidas de seguridad" nos impusieron. A últimas fechas todo me parece tan sin chiste, como que la gente aún viene acarreando apatía, o no sé. Quizá es más bien el reconocer que aún en la ciudad más grande del mundo haya tan poco que hacer: por ejemplo, ¿qué se puede hacer un lunes en el DF?
Muchos lugares no abren, la gente empieza a preocuparse por lo que viene en la semana y a estresarse otra vez por el clima, el tráfico, o el dinero. No muchos pueden decir que su día favorito sea el lunes, de hecho varios amanecen de mal humor esos días. Y así, entre una u otra cosa a mi los lunes me parecen tediosos y aburridos.

Un día tendré un changarro que sólo abra los lunes.

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Después de casi seis meses sin hacer nada, me puse a trabajar en la tesis y hoy finalmente fuí a ver a mi director. Por mucho tiempo me resistí a creerlo, pero la verdad es que es un tipo raro. Prácticamente toda la carrera, yo y Alice estuvimos trabajando en su taller, y aunque si estrechamos la relación, nunca llegó a sentirse (al menos de mi parte) como de verdadera amistad. Como que algo estorbaba y lo impedía. Igual y es sólo la llamada "brecha generacional", pero yo suponía que no sería tanto.
Hoy como que nos costó mucho trabajo cruzar palabras. Llegué antes de que su clase empezara, pero me dijo casi de inmediato que regresara hasta medio día (quizá prefería estar con su... ¿novia?). Y después, cuando regresé hablamos muy poco a pesar de que se trataba de mi tesis.

Así que mientras esperaba a que abrieran la biblioteca (si, no iba a regresar a mi casa, son tres horas de Xochimilco hasta acá), y después de pseudo-leer unos libros, mientras esperaba que dieran las 12:30 (tomando un café para espantar la somnolencia), me dí cuenta de que realmente extraño la escuela, trabajar en el taller y ver a mis amigos...
Uno más de los inconvenientes de ser adulto.

2 comentarios:

Salles dijo...

Tienes razón, como que la influenza cortó el ritmo, atrofió la actividad, entorpeció la alegría, etc., aunque de un tiempo para acá las generaciones que entran a la ENAP (y también a la Esmeralda, me cuentan) se distinguen precisamente por su apatía sistemática. Qué se le va a hacer, la generación vive su falsa decadencia.

Ah, y para tu fortuna los cánones actuales han ampliado los rangos de edad: se es "joven" de los 18 a los 29, "adulto contemporáneo" de los 30 a los 39 y "adulto" de los 40 a los 50. Después ya no eres persona, sólo un estorbo social.

O.M.A.R. dijo...

Jajaja, me agrada eso de perder tu calidad de persona a los 50.