miércoles, 16 de julio de 2008

Confesionario.

No puedo evitar el efecto aturdidor de esos ojos. Una mirada hipnotizante..., una sensación de mareo; un todo sin parangón. Como nunca lo he sentido.

La semana pasada surgieron las primeras dudas y lo confese de manera poco clara, casi imperceptible. Pero de repente, sólo unos días más, y el asunto se agrava: De nuevo un temblor, una especie de escalofrío en el cuerpo y emociones en un pecho hirviente. La duda venía con más fuerza, pero ahora se trataba de algo diferente. V... lo dijo más claro: -"Una palabrita que anda rondando por ahí..."

Sigue siendo extraño, pero emocionante; asusta, pero gusta. Siguen siendo demasiadas coincidencias, excepto por el brócoli.

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Admito que a pesar de ya haber concluido una carrera universitaria, no había leído (hasta ahora) El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz.
Recuerdo que la primera vez que sentí curiosidad por hacerlo, alguien me dijo que "aún no tenía la madurez necesaria para leerlo", y yo, de menso, me lo creí. Quién sabe si fue para bien o para mal, pero ahora que lo leo no lo encuentro nada difícil, sino más bien claro, conciso y directo. Una de las partes que más me han sorprendido del libro esta en el segundo capítulo:

El lenguaje popular refleja hasta que punto nos defendemos del exterior: el ideal de la "hombría" consiste en no "rajarse" nunca. Los que se "abren" son cobardes. Para nosotros, contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición. El mexicano puede doblarse, humillarse, "agacharse", pero no "rajarse", esto es , permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad. El "rajado" es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en su sexo, en su "rajada", herida que jamás cicatriza.

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Así como de la felicidad, tengo una teoría sobre la infidelidad.

Es del saber común, y bien comprobado está, que las mujeres, a diferencia de lo hombres, tienen la facultad de dirigir su atención hacia dos o más cosas al mismo tiempo. En mi opinión esta es la característica que mejor definiría a la infidelidad.

Con esto no quiero decir que por poseer esa capacidad todas las mujeres sean infieles, sino que puede llegar a facilitarlo en caso de serlo.
Por otro lado, los hombres que son infieles y se las dan de ser "muy machos", deben estar, contrario a sus creencias, más en contacto con su lado femenino para poder adoptar este tipo de conducta sin problema. Tener la capacidad de estar en más de un lugar al mismo tiempo es característica de esta gente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ahh la ´pequeña ficha esta..
uhh en ingles suena cursi epro lindo
fall in lo_e with _iolet!!!


ahhh * * * * estrellas de felicidad para usted y muchas gracias por aclararme las cosas es eso que,uedo tener mi atención en distintas personas ahh
ahh

si tengo amor para todas las personas que necesiten amoor!1
jaja

Bob dijo...

Yo no sólo no he leído el laberinto de la soledad sino que ni siquiera he leído La Apariencia Desnuda (ALice me decía: pero si es un libro de cajón en la carrera…si, pus ni madres). NO mamar, es que, quien lee el Historia de la Estética si no es por que lo obligan…ojalá nadie, Dios no lo permita. Pero no porque Paz no me guste (le traigo ganas al Laberinto desde hace un ratooooote), quede claro.
Mmm, no me quedo con lo de tu teoría de la infidelidad; Yo tengo la mía, que a su vez es del Santos y casi siempre aplica:

¡¡¡PINCHES VIEJAS!!!

Y por eso no tengo novia.


Y al anónimo: calmese con las mentadas y los enfrentamientos via internet, relax, y a ver si ora si me trae mi llaverito.