sábado, 20 de septiembre de 2008

Aún no es hora de regresar.

Se siente como "un acto de injusticia". Si. Apenas empezaba el viaje y ya me mandan de regreso... ¿cuál es el problema?
No, por más que lo piense no me parece justo. Si, entiendo que en cierta forma faltó poner de mi parte, pero fue sólo a causa de que yo mismo me traicionaba, me frenaba...
Es tan sencillo tener el tiempo del mundo y la mitad de las responsabilidades; hacer, prácticamente, sólo lo deseado... Pero uno crece, se hace mayor con el tiempo. Ser adulto trae muchas cosas que de cierta manera "estorban": responsabilidades. Y como siempre ha dicho uno de mis maestros: "hay que cumplir en todas partes".
¿Cómo te repartes? ¿Cuál es la mejor manera de administrar el tiempo, de manera que alcance y sobre para todo? ¿Cómo librar la distancia y los escasos momentos que ésta deja? ¿Dónde estaría el balance perfecto?
Entiendo el requerimiento, o la demanda de más tiempo. A veces también lo deseo, he llegado a desearlo y, de la misma manera, sentirme inconforme; pero hay poco o nada que hacer. Esperar no es bueno, crea un grado mayor de decepción. Impide de facto la bonita idea de libertad.

Este es el momento en que sólo veo dos opciones: ponerme necio (como siempre), mostrar que se tiene interés y luchar (casi exigir) por una segunda oportunidad e intentar corregir... o vivir y dejar vivir, soltar amarras, dejar libre. Ninguna ofrece un camino totalmente seguro, conveniente, o menos triste.
Después de todo, el camino de regreso significa más o menos eso: tristeza y soledad.

Puedo hacer lo que sea, intentarlo al menos. Intento poner de mi parte, pero hay cosas que no se pueden detener cuando ya están en marcha...

Supongo que lo intentaré de todos modos: ponerme necio, pero no de inmediato.
Veamos qué pasa, al menos una vez.

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