martes, 10 de febrero de 2009

Mil disculpas.

La mayoría de nosotros conoce las palabras disculpa y perdón a corta edad, lo han notado. Se nos enseña que si hacemos sentir mal a alguien o si herimos a alguien físicamente una de estas dos palabras debe ser emitida en nombre de la culpa que se supone debemos sentir. Posteriormente aprendemos que también podemos herir a alguien psicológica y sentimentalmente. Dos nuevos casos para ocupar esas palabras.
La mayoría de la gente usa estas palabras como sinónimos en función de nuestra primera educación sobre el asunto, algunos otros siguen la comanda de "perdón: sólo a Dios y a tus padres"; otros, como yo, las utilizan en función de la gravedad del asunto: no es lo mismo empujar a un desconocido en la calle que herir a tus mejores amigos. Pero según sé cada una de estas palabras tiene una acepción (¿se llama así?¿se escribe así?) específica, un sentido correcto.

Se pide perdón.

Se ofrecen disculpas.

Obviamente no es lo mismo pedir y dar. Resulta entonces, que los significados de estas palabras no solo no son iguales, sino contrarios.
Si no estoy mal informado, el Perdón deviene en acto a partir de una facultad originalmente divina. Sólo los dioses eran capaces de conceder el perdón. El hombre se apropió de este don (per-dón) probablemente con la idea de que al hacerse de esta facultad y ejercerla, uno se acercaba más a su dios. Pedir perdón (y otorgarlo) exige, por principio, que el hombre adopte una de las posturas más perfectas, honestas, puras y elevadas; demanda poner el orgullo a un lado.
Las disculpas, no son más que eso, dis-culpas. Ofrecer disculpas es lo mismo que se hace cuando das explicaciones o cuando incluso uno se inventa cosas que lo expíen de ser señalado como culpable de alguna falta. La disculpa está en un plano mucho más terrenal, se trata básicamente de describir los fenómenos que actuaron conjuntamente para que nosotros incurrieramos en alguna falta, o de simplemente encontrar a alguien más a quien culpar de nuestros errores. Una disculpa viene a ser entonces algo de menor importancia, más mundano, algo más tramposo y menos honesto.

¿Cuántas veces es posible ofrecer disculpas o pedir perdón, antes de que lo que significan pierda sentido? ¿Cuántas veces debe uno disculparse o pedir perdón por un error? ¿ Cuántas veces somos de verdad perdonados?

Que esta línea sirva para pedir perdón por última vez a todos los que mis pecados pasados han hecho daño.

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Cumplo años este 13 de febrero, y este blog cumple un año exactamente 13 días después. Aún no sé si habrá post de aniversario. Ya veremos.

Por cierto ¿alguien ha leido este blog con las bocinas encendidas o sólo estuve perdiendo el tiempo?

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