De chile, de mole, de dulce y de manteca.

¿No se sienten a veces fuera de lugar? ¿No sienten a veces que están forzando las cosas? Cómo cuando te enamoras de unos zapatos/tenis y obligas a tu pie a entrar aunque es más que evidente que son dos números más chicos. Ahhhhh...
Pues no exactamente, pero algo así.

Sigo entre mil cosas que tengo a la mitad. Ninguna jala ni para adelante ni para atrás. Estoy cansado, muy cansado... y la verdad ya no sé ni a qué achacárselo: trabajo lo normal (y aveces diría que hasta menos), ejercicio, no más que lo usual; sueño, el habitual (continuo durmiendo en promedio 6 horas diarias); cero discusiones de esas con las que duele la pansa... en fin, es como si le hubiera apretado el pause a todo y ya.
Me molesta enterarme tarde de las cosas (como una convocatoria que me envían a 15 días de que cierre), me molesta no ir al ritmo de los demás (lo que me produce sentimientos de culpa), me molesta empezar cosas continuamente antes de terminar otras (como esa tesis que no tiene para cuando -mientras, culpo a algunos libros a los que no he podido echarles una manita-), me molesta tener que aprender las cosas a la mala; y así, y así...

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Aún falta para las elecciones, pero las campañas ya están por todas partes. Y de hecho, el IFE también tiene lo suyo. Es una de esas cosas que el gobierno utiliza para seguir al mando. Los últimos comerciales que he escuchado y visto no van más allá tres cosas: exaltar el voto como la herramienta que tiene el ciudadano para que el país cambie (pero la verdad es que el único cambio es el de manos, y eso no lo dicen), de promover al Tribunal de Justicia Electoral por la defensa del votante (que es igual de caduco y corrupto como todo el sistema), y decirle a las mujeres que ahora sí se les toma en cuenta.

Decía Bob (en una carta a Felipe Calderón que seguramente nunca llegará a leer) algo así de que los intelectuales y la gente más o menos brillante solía tener la cualidad de ser gente alta. De primera intención me la creí. Pero lamento informar para todo aquél que también lo crea, que no es cierto. La prueba más inmediata es nuestro querido ex, don Vicente Fox.
No creo, de verdad, que exista o haya existido un mexicano más pend... Ni Moctezuma que entregó su tesorito, ni Santa Anna cambiando medio país por su libertad. Vicente Fox es sólo la prueba de la ignorancia del mexicano. Admitámoslo, nos conquistó hablándonos de las alimañas de su rancho y haciendo promesas de ensueño con palabras bonitas y cotidianas. Toda la gente que no acostumbra leer algo más que el Esto o La Prensa, de inmediato simpatizó con el tipo. De alguna manera más o menos consciente, todos nos "medimos" con la gente con la que interactuamos, intelectual y físicamente (una suerte de mecanismo de defensa). Así, al medirse con Fox (medirnos, me incluyo), nadie vió en él nada más allá que nuestra propia ignorancia. No era un rival, pues la verdad era sólo uno más: nada que apantallara, ninguna palabra desconocida para el vulgo, no ofrecía nada más de lo que el mexicano promedio pudiera entender. Eso genera simpatía, simpatía por su ignorancia, por la nuestra...
Y Fox es una persona alta.

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Hace poco platicábamos V... y yo, que nuestra biblioteca musical está básicamente compuesta por canciones llenas de tristeza y sufrimiento. Según Octavio Paz, eso es algo que el mexicano ha viniendo acumulando/heredando con los años (seguramente ya lo comenté antes). Será que mi gusto por Radiohead también sea por eso... ¿acaso no casi todas sus canciones suenan a tragedia?

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Hace un rato leí esto:

"Desde los valores adjudicados por el Cristianismo (blanco al Dios Padre, azul al Hijo, rojo al Espíritu Santo), y teniendo en cuenta los distintos colores que identifican los lujosos ropajes de deidades..."

O sea que Supermán es como dios (bueno solo el Hijo y el Espíritu Santo). Nadie me dijo que para la Segunda Venida (cosa completamente alburera), tendría que llegar desde Kryptón.

Si, bueno, cuando estoy aburrido se me facilita hacer asociaciones simples.