viernes, 7 de marzo de 2008

Perdido en la continuidad.

Recuerdo que hace tiempo, en mis años de prepa, el alcohol causaba estragos de lo lindo en mi persona... Más de una vez terminé mal por aquello del exceso en el copeo: en la inconsciencia total, perdiendo todo pudor entre una mujer y el ídolo de porcelana (y creánlo, no es lo que creen, es peor), acusado de injurias y daños irreparables, memoria fundida, arrastrado y casi dado por muerto, etc... Pero el común denominador era el efecto depresor que tenía el alcohol en mi estado de animo.
Ahora, con mucha mayor tolerancia al embrutecimiento y la pérdida de la conciencia, el estado depresivo se volvió parte del sx. pos-etílico, o sea, llega hasta que aparece y casi pasa la cruda. Que desagradable!
Ponerse uno triste cuando ya no hay cómo hacer a un lado el sentimiento. Pura mala suerte.

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